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Carta del Padre General

"Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad el Evangelio, que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor, con el perdón de sus perseguidores" (Benet XVI, Porta fidei, 13)

Estimados hermanos:
"Mártir" es quien se convierte en testigo y confesor de la fe hasta el punto de ofrecer su vida, de derramar su sangre por Cristo perdonando y rezando, como Jesús, por sus enemigos. El mártir no "elimina" vida de otros en nombre de Dios o de la fe; es quien la da, la "ofrece" como respuesta a un amor recibido y devuelto: "No hay amor más grande que el de Aquel que da la vida por los que ama" (Jn 15, 13). El martirio es el acto supremo de la fe (refrendada con el don de la propia vida), de la esperanza (expresada en la confianza de encontrarse con Dios en el cielo) y de la caridad (amando a Cristo y, en Él, a los hermanos, hasta dar la vida). Es también un gran acto de fortaleza moral.

Un seguidor de Cristo sabe que si vive con convicción su fe un día u otro llegará la incomprensión, como ocurrió al mismo Maestro: "Si el mundo os odia sabed que me odiado a mí antes que a vosotros" (Jn 15, 18). Y no se trata, desde luego, de buscar la confrontación o de mantener una actitud de pasividad ante la adversidad o la persecución sino de responder al mal con la fuerza del bien, a la violencia o agresividad con paz y serenidad interior. Muchas personas hoy confiesan su fe y, sin morir, dan la vida con su palabra, su trabajo, su ejemplo, oración y sacrificio tantas veces escondido. Y es que, en el fondo, el martirio es el supremo testimonio de la verdad de Dios y de la verdad del hombre, un testimonio diáfano de que Dios es Dios, lo único necesario y de que él solo basta. Los cristianos no lo somos a causa de una doctrina sino por nuestra adhesión a Cristo a quien no podemos dejar de anunciar con la vida y la palabra. Debemos estar felices de nuestra identidad, una identidad que da el bautismo y que tiene que ser alimentada y fortalecida día a día. (...)

Jesús Díaz Alonso, SF
Padre general

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Pastoral Manyanet, 2013